Encendí el motor, puse primera y me eche a andar, viendo como habían pasado los ocho días desde que había salido de casa. Enfilé mi rueda delantera hacia el este en busca de mis olores de siempre y al calor de los míos. Que están esperando mi regreso.
Yo, de todo lo vivido buscandole el sentido de por que y que me dejo este viaje mirando en mi interior en busca de esas respuestas y a decir verdad me siento millonario de ese aprendizaje y de los valores que uno cosecha. Pero eso prefiero guardármelos para mi por que los encontré en el camino. Soy solo un andariego en busca de emociones que me hagan sentir que estoy vivo.
Al comenzar el regreso, comenzaron a quedar atrás las ciudades, pueblos y parajes. Los cuales recuerdo para que vivan al menos en mi corazón.
La ruta a transitar era la RN 7, por Diós que triste cuanta decidia y después hablan de los caminos y de las rutas. Jodeme y si te agarra la noche como a mi, encomendate al salvador y toda la experiencia de motoviajar ponela ahí, sino te matas seguro. Amén de los idiotas conductores que poseen un registro de conducir entregado por un enfermo peor que ellos y lo que es mas grave tuvieron plata para comprarse un auto y no tienen ni idea de tiempos de frenados, distancias de aproximación y dicen, una luz!!!. Un auto lejos. Y ni por reputa se les ocurre pensar que es una moto. Por que no les da la cabeza para ver que esa luz tiene otro despeje al suelo.
A Dios y la Virgen de Luján, gracias por un regreso mas que se puede contar.











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